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Hágase

Pues sí, Padre, ya estamos aquí: hemos venido a tu encuentro.

Esto empezó siendo una locura que un día el Señor suscitó en el corazón de uno de nosotros. Como toda historia increíble, esto comenzó con un Sí, hágase en mí. Y de esta manera, Quique empezó esta búsqueda de ver qué era lo que Dios había puesto en su corazón. Han pasado meses desde que esa idea nació y no somos conscientes de lo que el Señor ha tenido que obrar para que hoy, un lunes cualquiera, unos cuantos locos nos juntemos con la mirada puesta en Él. No entiendo por qué accedimos a la llamada de este proyecto. No entiendo por qué mandé aquel currículum para un trabajo que consiste en donarse ¡gratis!

No me cabe en la cabeza pensar que la elección de Quique fue aleatoria. El Señor tenía pensado este proyecto antes que nadie: sabía nombres concretos, historias determinadas, corazones únicos. Supongo que no debo entender por qué hemos sido nosotros, y supongo que no tiene ninguna importancia, pues ya estamos aquí. Pese a los escasos momentos que hemos compartido juntos, esto ya ha hecho caer las primeras lágrimas de un padre abatido por el día a día, nos ha llevado a rezar juntos por un hermano agobiado, ha sido la comunión que algunos andábamos buscando y la alegría de una meta común.

Sea como fuese ahora somos un equipo, y me atrevería a decir familia, que se irá forjando con el paso del tiempo y que espero que se mantenga unida, siempre. No tengo ni idea de a dónde nos llevará esto y, la verdad, no tengo intención de saberlo. Ya está puesto en tus manos, Padre. Ahora ya nada depende de nosotros. Queremos hacer tu Voluntad y te pedimos, como lo haremos a partir de ahora cada día, poder querer esta Voluntad, poder realizarla con ilusión, paciencia y amor.

Ninguno de nosotros tenía esta idea en su plan de futuro, y por este sencillo motivo, sabemos que es tuyo. Somos necesitados de Ti, pues nada podemos por nuestras propias fuerzas. Sobre todo pido no olvidarnos de que los dones que nos has regalado sirven para engrandecer tu nombre y no el nuestro.

Pues sí, Padre, ya estamos aquí: hemos venido a tu encuentro. Acepta esta petición y envíanos el Espíritu Santo que un día derramaste a los apóstoles, para poder ser presencia de Cristo en el mundo que nos rodea. Tú eres el director de este proyecto, y confiamos plenamente en ti.

Simplemente, ¡Hágase!