Jesús, que mi fe me salve. Que al igual que al paralítico, me sanes de todas mis heridas y para ello te pido que me aumentes la fe.
Si Dios puede tener algún sueño, ese sueño es encontrarse con cada uno de los hombres. Tener un encuentro personal contigo que estás leyendo esto; un encuentro con la persona que tienes al lado; con el que pasa a tu lado por la calle y con cada uno de nosotros.
Y para ello, en este tiempo de Adviento se nos invita a encontrarnos cara a cara con Él a través del sacramento de la Reconciliación o confesión. Porque solamente conociéndolo, de esta manera, Cristo nos regalará una mirada como la suya, capaz de ver los milagros que Él hace, y una mirada capaz de admirar y contemplar todo lo que tenemos a nuestro alrededor y así poder dar gloria a Dios.