¿Alguna vez has escuchado que “la fe es un don” o que “la fe es un regalo”?, ¿te has preguntado por qué? Esto se debe a que no todo el mundo puede ver u oír lo que a ti se te ha revelado. Y por eso, hoy, te animamos a guiar a quienes no han visto y no han oído.
A menudo, muchos no ven porque no quieren mirar y no oyen porque no quieren escuchar. No desesperes. La palabra explícita no es siempre la forma adecuada para hacerse entender. Es más, algunas veces, tocará guardar silencio y sonreír. No es fácil, pero la vida del apóstol no lo es. Y, cuidado, no caigamos en victimismos o heroísmos, porque ni somos víctimas, ni somos héroes. Somos hijos de Dios. Muchas veces, nuestros intereses entrarán en conflicto con Su Voluntad. Pero la vida no va de interés, va del Amor.
“Mucho se le exige al que mucho se le da”. Guiar a los alejados y perdidos no es tarea sencilla, pero no se espera de ti menos de lo que puedes hacer. Cuando las palabras no funcionan (o incluso tienen el efecto contrario), no insistas: sonríe.