La soberbia y el orgullo muchas veces nos llevan a un camino opuesto a la salvación. Quizás te cueste acatar la autoridad de tus padres, de tu jefe, de tus profesores… Y por ello también te cuesta aceptar lo que Dios tiene pensado para ti. Sin embargo, el Evangelio nos enseña que rectificar es de sabios. El que hizo la voluntad de su padre fue el que al principio dijo que no y luego fue a trabajar en la viña. Estamos a tiempo de seguir su voluntad, de lanzarnos y hacer lo que nos pide. Puede haber ocasiones en las que la soberbia nos nuble y no nos deje ver que nosotros no tenemos la razón, que nuestros planes y nuestros tiempos no son perfectos.
También puede haber otras ocasiones en las que queremos hacer su voluntad, a veces, ni siquiera sabemos cuál es. Tener una intimidad con el Señor en nuestro día a día, pararnos y rezar. Es ahí donde el Señor nos revela lo que tiene pensado. Es ahí donde nos regala humildad para acatar la autoridad. Es también en el silencio donde el Señor nos enseña, cuida y desvela. Pídele al Señor en tu rato de oración que te regale humildad, oído abierto y corazón dispuesto para poder obedecer.