¿Cuántas veces vemos a Dios como alguien lejano y superior?¿Cuántas veces buscamos la respuesta sin contar con Él, sin antes habernos parado a preguntarle? Dios es como un Padre, cercano, atento y misericordioso. Si no sabes cómo actuar, si te encuentras perdido, si te sientes vacío, si no sabes cuál es su voluntad… Pregúntale. Está bien reconocer que no sabemos todo y que no tenemos la respuesta de todas las preguntas, y que algunas ni siquiera nos corresponde saberlas.
Acompañando de esto debe de ir la paciencia. Hay quien dice que los tiempos de Dios son perfectos. Es mucho más que eso: el hombre tiene tiempo, Dios tiene la eternidad. Él nos conoce desde lo más profundo, ve nuestro corazón y sabe lo que necesitamos, lo que anhelamos y sobre lo que dudamos. Es fundamental que le preguntemos, seamos pacientes en obtener una respuesta y reconozcamos cuando nos vemos necesitados de su ayuda.
También es importante que nos preguntemos a nosotros mismos, ¿Qué quiere el Señor de mí? ¿Esto que hago me acerca a Dios?¿Cómo puedo cargar con la cruz que se me ha dado?
Durante el día de hoy párate y habla con el Señor de aquello que has decidido intentar resolver solo, pero para lo que sabes que no tienes fuerzas, no te sientes seguro y necesitas una palabra de aliento. Hazte preguntas y discierne en Él.